La clase de grupo

El ser humano es un ser social, necesitamos de los demás para desarrollarnos, aprender, crecer y compartir; de esta manera no sólo nos enriquecemos vitalmente sino que también enriquecemos la vida de los demás. Son muchas las veces que escuchamos que el aprendizaje instrumental es algo solitario, sobre todo dentro del ámbito académico, y aunque en cierto modo así es (sobre todo en niveles altos) no deberíamos jamás olvidar que la música no es algo individual o aislado, sino un lenguaje y como tal nos comunicamos con ella con otros y para otros.

El Método Suzuki tiene muy en cuenta esto. La clase grupal ha de formar parte del aprendizaje musical porque no sólo aprendemos de quién imparte la clase (aunque es quien lidera y guía la lección) sino que los niños y niñas que conforman la clase forman parte de enseñanza y aprendizaje. Un niño/a que muestre una buena y equilibrada posición corporal estará dando ejemplo a sus compañeros, de igual modo un niño/a que está escuchando una pieza que aún no sabe estará comenzando a aprenderla en cierto modo. En la clase grupal todos tenemos algo que aportar y algo que aprender.

¿Qué supone la clase de grupo?

  • Desarrolla habilidades sociales: en una clase de grupo sobre todo hay diversidad. Es normal que en un mismo grupo compartan aprendizajes niños y niñas con distintas culturas, distintos barrios, con capacidades diversas, diferentes niveles instrumentales, así como distintas edades. Todos aprenden de todos. El más pequeño aprende de sus mayores, quienes son fuente de motivación y a quienes intentan imitar y copiar a toda costa y los mayores aprenden a dar ejemplo y respetar a los más pequeños. Una clase de grupo es una pequeña sociedad que trabaja en valores: compañerismo, igualdad, respeto, aceptación, cooperación son algunos ejemplos de los mismos.
  • Refuerza la confianza en uno mismo: formar parte de un grupo es igual que formar parte de un equipo: hay una fuerza y un espíritu que saca lo mejor de cada uno para ponerlo en común y al servicio de todos. Nos sentimos arropados y sin miedo al error. Si nos equivocamos, comprendemos que errar forma parte del ser humano y que lo necesitamos para mejorar. Nadie juzga sino que se respeta a cada individuo por igual y se alienta a poder alcanzar aquello que pensamos que no se puede conseguir. La clase de grupo es un entorno libre de juicios, y donde el respeto y la motivación construyen la base de la autoconfianza.
  • Ayuda a desarrollar habilidades musicales: la clase de grupo busca de algún modo reforzar el aprendizaje del repertorio. Sabemos que el repaso es determinante para la consolidación de las destrezas aprendidas, pero, si además hacemos este repaso rodeado de amigos y amigas, mucho mejor. Estas clases son ideales además para subir el nivel de esas piezas que aprendimos en el pasado. Pero no sólo del repaso vivimos, sino que gracias a ese mix de alumnado, comenzaremos a aprender técnicas y piezas que aún no hemos comenzado a estudiar propiamente. Por ejemplo, si un niño está al final del libro 1 y aún no ha comenzado a vibrar y está en clase junto a compañeros más avanzados que están trabajando ya con vibrato, al alumno del libro 1 se le comenzará a explicar los primeros pasos para empezar a lidiar con esta nueva destreza, bien sea mediante juegos o ejercicios, como a través de la observación y escucha. Será una especie de semilla que se irá plantando.
  • Ayuda a asentar habilidades de grupo necesarias para poder hacer música juntos: la escucha es clave para poder tocar con otros, esta es una de esas grandes habilidades que forman parte constante de las clases instrumentales, sean estas individuales o grupales. Además del lenguaje sonoro contamos con un lenguaje corporal casi igual de determinante que nos ayuda también a poder establecer una comunicación. Escuchar a los demás, observarles, tocar todos a la vez, con el mismo golpe de arco, con la misma longitud de arco, con la misma musicalidad, el mismo sonido significa estar a atentos a que todo eso suceda y por tanto estaremos consiguiendo hacer «grupo» hacer un equipo de «todos a una». Aquí más que nunca comprendemos que las palabras no tienen tanto poder cuando somos capaces de entender un sonido, un movimiento o una acción.
  • El conocimiento va más allá: las clases grupales son ideales para poder llevar el aprendizaje un paso más allá. Podemos introducir conocimientos de historia (periodos estilísticos, vida de compositores o intérpretes,…), lectura, percusión corporal, bailes, introducción a otras músicas, etc.
  • Construye comunidad: lo he escrito en cuantiosas ocasiones, para mí lo que hace especial al Método Suzuki es que transciende a lo puramente instrumental llevándolo a un aprendizaje vital. Pero lo que lo hace tan único y humano es ese acompañamiento junto a los demás. Da igual en qué lado del triángulo estés. Vas a formar parte de una comunidad con intereses comunes. Por ello, al final más que compañeros, las familias terminan siendo amigxs.

Los padres y las madres en la clase de grupo:

  • Igual que en la clase individual, han de estar en la clase de manera consciente. Participan y colaborar cuando el profesor o profesora lo pide. Respetan el silencio y el espacio. Muchas veces se piensa que esta clase es menos importante y más lúdica que la individual, pero nada más lejos de la realidad. En esta reforzamos lo aprendido en la clase individual, aprendemos valores y desarrollamos habilidades y destrezas diversas. Es importante, por tanto, recoger ideas de juegos, ejercicios y anotarlo en el cuaderno de notas para que luego podamos aplicarlo en la práctica.
  • Comparten experiencias con otros padres y madres y se ayudan en caso de necesitarlo
  • Ayudan a sus hijos e hijas a sacar sus violonchelos, banquetas, correas y a recoger (cuando son pequeños), y en caso necesario extienden esta ayuda a otros niños o niñas que lo necesiten.
  • Acompañan, apoyan y respetan a sus hijos.

CONCLUSIÓN

  • La clase de grupo es necesaria para el desarrollo social y musical del niño/a.
  • Se aprenden valores vitales tan importantes como el respeto, el compañerismo, la cooperación, la aceptación y la igualdad.
  • Son fuente de motivación.
  • Se desarrollan herramientas fundamentales para poder hacer música en comunidad tales como la escucha, la empatía, y la observación.
  • Se repasan y refuerzan las piezas que se aprendieron en el pasado.
  • Se aprenden nuevas destrezas y habilidades.
  • ¡Hacemos comunidad!

El mundo de la clase de grupo es un mundo pequeño pero a la vez inmenso. Nos abre las puertas hacia los demás y nos ayuda a reforzar la confianza en uno mismo y en los demás con la música como vehículo de conexión. Y vosotras, familias, ¿cómo vivís la experiencia grupal? Os leo 🎻 🌿

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